“Helado” me quedé ayer al oír la siguiente conversación entre dos vecinas:
- ¿Has oído lo que pasó el otro día?
- ¿El qué?
- Nada, en una bazar chino de esos grandes. Resulta que iba un matrimonio de señores mayores y a ella le apetecía entrar a mirar algo... Era tarde y él se quedó fuera esperándola. El caso es que pasó media hora y la mujer no salía cuando de repente ve que los propietarios estaban cerrando, porque era ya la hora. Claro, éste se quedó extrañado y le dijo que esperasen, que su mujer estaba dentro. No le hicieron caso, le dijeron que no había nadie y se empeñaron en cerrar.
- Aiba la ostia, ¿qué había pasado pues?
- Nada, que éste se quedó mosqueado y llamó a la Ertzantza. Resulta que llegan, registran el local, y al final, en una lonja oculta encuentran a la señora atada...
- ¡No me digas!
- Sí, pero ya se han oído más casos, ¿eh? Dicen que es para cogerles los órganos...
Lo curioso es que la otra vecina no se interesó más por el tema, ya que seguidamente le preguntó: “Y tú, ¿has oído lo último de la Pantoja?”
No me digáis que no es algo chocante, aunque lo que realmente me alarmó no es eso sino la duda que me asaltó enseguida: vale, los órganos se aprovechan, ¿pero qué hacen con el resto del cuerpo? Me ha venido a la cabeza el dicho aquel de todo lo que corre, nada o vuela, ¡a la cazuela! ¿No os habéis dado cuenta de la cantidad de especialidades en las que los productos están rebozados? De siempre se ha dicho que cuando una comida se reboza es que algo malo esconde...
Yo ya tenía asumido, incluso me admiraba, su arte para preparar el gato, el perro, las ratas, o lo que sea que le echen a los platos ahí, bien rico está, pero esto me ha descolocado. Atención, lo que realmente me ha indignado es una cosa: de todos es sabido lo estupendo que es un cochinillo, un cordero lechal, un cabritillo, etc. En los animales son mejores las carnes jóvenes y, por la misma regla de tres, a mi edad, “taitantos”, uno tiene la carne más tiesa que la mojama y ahora, visto lo relatado por mi vecina, resulta que se valen de jubilados, ¡qué poca sensibilidad gastronómica, por Dios! Esto es lo que más me indigna de todo: ¡Queremos carne tierna!
Un saludo.
Nota: Este texto es humorístico. Todo lo aquí escrito es algo ficticio fruto de la imaginación del autor. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.