Voy a comprarme un consolador

En el siempre entretenido e instructivo blog de Javi Moya se nos informa del incremento de las ventas de vibradores, hecho que se achaca al Mundial de fútbol y a la consiguiente y preferente atención que van a dedicar los hombres a la “caja tonta” durante estas semanas.

El caso que he pensando que igual que ciertas mujeres se han decantado por comprarse un consolador para “aliviar” los aburridos días que se avecinan yo puedo hacer lo mismo ya que no tengo interés en este mundial. Casualmente en una reciente entrevista me preguntaron lo siguiente: “Ahora que ha empezado el Mundial, ¿cuál es la opinión de los vascos respecto a la selección?” Yo sólo acerté a contestar: “¿Qué selección?” En fin, que ni en el momento ni después he alcanzado a comprender a qué se refería el periodista.

A ver, no confundamos las cosas, mi intención al comprar el consolador es la misma que la de aquel padre que encontró en el cuarto de su hija un consolador de generosas dimensiones y al preguntarle por ello se encontró con que su hija le dijo “Papa, soy una persona adulta y he considerado que este vibrador es mi compañero ideal, satisface mis necesidades afectivas y sexuales, y no me causa ningún problema. Espero que lo aceptes”. Al cabo de unos días la hija pasa por el salón y ve a su padre frente a la televisión con un vaso de whisky en una mano y el consolador en la otra. Tras su sorpresa, acertó a preguntarle “Papá, ¿qué haces con mi vibrador?”, a lo que él contestó “¿Qué? ¿No puedo tomarme un whisky con mi yerno?”

Pues eso, he pensado comprarme un consolador para tener algo así como un animal de compañía... o más bien un compañero, alguien en quien confiar, con quien comentar la actualidad política y social, la actualidad de la prensa rosa, ver juntos la televisión, ir a tomar algo por ahí, etc. Agradezco cualquier consejo en cuanto a marcas, tamaños, texturas, intensidad de traqueteo, etc., aunque yo ya he echado el ojo al que acompaña este texto; mirarlo fíjamente, hasta tiene cara, me enternezco sólo mirarle...

Bueno, esto está desvariando, a ver si voy a acabar como ese amigo mío que acostumbra a llenarse la bañera y se mete en ella colocando encima una bombilla encendida. Una vez acomodado y cuando se encuentra suficientemente relajado acostumbra a meneársela con una mano... mientras en la otra sostiene un vaso de gaseosa que degusta a sorbos con placer... En esos momentos no puede evitar que un pensamiento recorra su mente: “Esto es vida: playa, sol, mujeres... y champán”.

Saludos.